lunes, 18 de octubre de 2010

Divagaciones

Estimado hermano Cesverginto:

Respondiendo a tu petición escrita que recibí en el Buen Día de Gracia de Nuestro Alabado Señor del tres de Argentus del presente, te remito el diálogo entre Luomas y Leotras sobre la Divinidad de la Escrituras Sagradas.

Te ruego tengas sumo cuidado con este escrito, y se prudente con aquellos oídos que puedan escuchar tus palabras, pues como muy bien sabes las obras de J'dusen Da Giralto están prohibidas y catalogadas como obras de naturaleza maligna que deben evitarse y destruirse con premura.

Respondo pues a tu petición, como Corregidor Mayor de la Santa Fé, y te envío el presente como muestra de las lecturas que bajo ningún concepto deben quedar en manos de ignorantes o de aquellos que no han sido instruidos con el fín de evitar malas o turbias interpretaciones que ataquen al dogma de la Nuster Cresencia.

En espera de que sea de tu utilidad, me despido de ti en espera de tu pronta recuperación.

Alwua



Extracto de “Las Sombras y Las Palabras”

-   ¡ No, no es así !. Confundes la piedra con la arena.

-   Pero maestro, ¿ Acaso no cree usted en El Libro de los Milagros?.

-   En efecto, ni en la Sagrada Shankalá, ni en Las Páginas Divinas, ni en el Rorcán, ni en los Salmos de las Luces, ni en escrito alguno realizado por el hombre.

-   Pero esas obras son de inspiración divina, el hombre las recibió directamente de Ka'al El Omnipotente, Bendito sea su Nombre. Las escrituras son sagradas y en ellas nada fue escrito por la mente del hombre, sino por la inspiración del Unico, cuyo Nombre Da Vida.

-   No ciegues tu mirada, Leotras. No existe ningún escrito que refleje la Grandiosidad de Nuestro Protector, Loado sea por siempre. Es en el corazón de cada hombre y de cada mujer donde se hayan grabadas las Santas Palabras. Solo en ese lugar permanecen sin deteriorarse.

-   Sin embargo, hay hombres malvados de oscuros corazones y retorcidos anhelos escondidos bajo su pecho. Si la Luz de  la Verdad Divina se encuentra en nuestros corazones, entonces todos deberíamos ser dichosos y humildes ante nuestros semejantes; pero no es así como ocurre.

-   ¡ Ah, joven muchacho !. ¿ Acaso no sabes que el Creador, cuya Sabiduría es Infinita, puede hacer endurecer los corazones y volver tiernos a los hombres más rudos ?. Es por ello que en este mundo hay malvados y usureros, buenos y generosos, por que Daes, El de Todo Poder, así lo dispone y a algunos vuelve rocosa el alma y a otros dulce y frágil. Solo El, Quien Sostiene Las Aves, puede realizar tales transformaciones en los humanos.

-   Pero, a veces, hombres muy curtidos e incluso hasta bárbaros se vuelven tiernos corderos ante bellas mujeres o ante el sollozo de sus retoños. En tales casos, es el mismo hombre el que transforma al hombre.

-   Así es en cierto modo. Pero no es la mujer o el niño quienes cambian al salvaje, sino el Amor que estos despiertan en el otro. Pues, es Don Divino, que puso Ka'al, Quien Vela En Las Noches, en el alma de los humanos, permitiendo así que nos elevásemos por encima de los odios y las reyertas. Sin embargo, incluso dicho Don ha sido profanado y contaminado. Pues hay quienes sabiendo de su fuerza y poder se han valido de él para subyugar a los demás y conseguir lo que sus quebrados cuerpos desean. Si así ha ocurrido con una Propiedad Regalada que se guarda en el pecho de cada ser vivo, imagina lo que, a lo largo de los Tiempos y las Edades ha podido ocurrir con todo lo transcrito por mano del hombre.

-   Pero maestro, Las Sagradas Enseñanzas muestran Bellas Verdades y nos orientan hacia la Gloria y El Descanso, mostrándonos las Leyes Divinas que no deben ser quebrantadas y las Tradicias, las Oundas y las Peglas que deben seguirse, orarse para mayor Gloria de los hombres y de nuestros espíritus.

-   Creo que no comparto esas convicciones, pues quien más cercano está del Advenido En Los Tiempos, cuyo Nombre solo puede ser escrito con oro, es aquel que tiende su mano al amigo en apuros, o al campesino hambriento y no aquel que diariamente se arrodilla, anda y ora, va al templo y llora con lágrimas de reptil y cuando vuelve a casa se hace llamar rey y trata a sus propios conciudadanos como si de juguetes dispuestos a sus antojos se tratase. No, Leotras, no es en el papel ni en la arena de la playa donde permanecen las verdades, sino en el corazón humano que recibió el Aliento Divino. Las aguas del océano borran las huellas, y un océano de hombres borran las tintas de las hojas, transformando poco a poco, lo que en su origen fue divino, en humano y corrupto.

Las Sombras y Las Palabras
J'dusen Da Giralto, 723 d.C.