lunes, 18 de octubre de 2010

El Milenio Negro I - La Antigua Hegemonía

La Nueva Hegemonía finalizó sus días como ocurrió con la Antigua. Y aunque muchos intentaron evitar la catástrofe nadie pudo impedirla. Pero comencemos por el principio de las cosas y no por su mitad. El Milenio Negro (M.N.) comenzó con la Antigua Hegemonía.

LA ANTIGUA HEGEMONIA

Tras el Gran Holocausto (año G.H. 366 M.N.) que acabó con 3/4 partes de la población mundial, las corporaciones industriales sustituyeron en el poder a los gobiernos que habían permitido la hecatombe. El factor económico y los grandes recursos de los que las industrias disponían les otorgaron una gran influencia sobre los maltrechos sistemas gubernamentales, que se vieron obligados, en  mayor o menor media, a acceder al control de las grandes corporaciones a cambio de los servicios de asistencia que éstas podían ofrecerles. El G.H. devastó la agricultura, contaminó el aire y las aguas potables, destruyó casi por completo la capa vegetal del planeta, la cadena alimenticia quedó drásticamente perturbada y provocó la aparición de infinidad de mutaciones en la vida vegetal y animal restante.

Gracias a la colaboración de las grandes industrias fue posible construir depuradoras de agua y aire, se desarrollaron los pre-proyectos que nos llevarían al descubrimiento del  Factor-Veg07 utilizado en la reforestación y regeneración del estrato vegetal. Sin embargo, esta ayuda no fue gratuita, los compromisos y acuerdos que se efectuaron entre las empresas privadas y los gobiernos permitió que éstas se inmiscuyeran en la economía interna de cada país sin ningún tipo de restricciones económico-políticas. Todo esto llevó al declive del sistema político en favor de un nuevo concepto de gobierno, constituido ahora por la agrupación de las grandes corporaciones, que controlaban la actividad industrial, agraria, económica y humana en todas aquellas regiones donde alcanzaban sus asociados y representantes, denominados estos últimos como Agentes Reguladores.

Los Agentes Reguladores, seleccionados bajo un estricto control de seguridad y sometiendo sus habilidades a un detallado examen de peritaje, representaban a las distintas corporaciones interviniendo en reuniones internacionales como embajadores; también llevaban a cabo las funciones de censores de bienes, población y recursos naturales; ejercían como controladores en juicios públicos, como supervisores en actividades de riesgo o en las que se manipulasen o creasen materias peligrosas, contaminantes o de alto coste. Los A.R. se encontraban en todos los rincones del nuevo mundo,  eran los encargados de estudiar todo proyecto presentado al Gremio de Inventores y su aprobación suponía el poder contar con el poder económico para llevarlo a cabo, aunque el creador debiese ceder sus derechos de explotación y desarrollo a la corporación subvencionadora.

Las corporaciones desarrollaron sus propios ejércitos particulares armados con tecnologías propias que eran mantenidas bajo alto secreto. En ocasiones era posible el mercado de material bélico bajo  fuertes medidas de seguridad entre corporaciones asociadas. Los enfrentamientos entre corporaciones rivales se redujeron a escaramuzas secretas o batallas públicas que tenían lugar en los belistadiums autorizados por el Ministerio de Defensa Internacional, compuesto por representantes de todas las corporaciones existentes. Los intentos de sabotajes se realizaban mediante la contratación de grupos independientes, ocultándose siempre la existencia de tales actividades, tanto por la parte ofensora como por la parte ofendida. Esta doble actitud ocultaba a la población civil la guerra encubierta que se llevaba a cabo entre asociaciones rivales, e incluso dentro de una misma Casa entre corporaciones que se disputaban la supremacía del consejo.

Aunque las Grandes Casas (Consejos formados por más de 100 corporaciones con un valor de producción superior al trillón de créditos) disponían de grupos de desarrollo e investigación propios para todas las áreas existentes, es lógico que unas se centrasen y alcanzasen mejores rendimientos en ciertos campos que otras. Esto potenciaba las rivalidades, los intentos de espionaje industrial, los trueques de información, la reabsorción de especialistas de otras corporaciones (sin importar el motivo: expulsión, deserción, coacción, etc.), la compraventa de informes de dudosas fuentes y la recuperación de residuos sólidos (para la búsqueda de piezas no identificadas, materiales nuevos, etc.).

Todo este caos era ajeno a la población civil, siendo todo llevado en el máximo secreto por un pacto no firmado, pero sí acordado, de mutuo entendimiento por todas las partes. Nos referimos al Catálogo Snetwars-DCF para la Declaración-Control-Finalización de Hostilidades Industriales. En este manual se describen los trámites a seguir para realizar una declaración abierta de rivalidad, Cómo y con cuánto financiarla, desarrollarla, que armas y sustancias están permitidas y cuales están terminantemente prohibidas bajo pena de grandes contraprestaciones económicas e incluso, en caso muy determinados, exilio de todas las Grandes Casas. También figuran los trámites a seguir para la firma de la finalización y las compensaciones a distribuir, si pueden ser demostradas las causas expuestas por los defensores de las partes combatientes.